I  JORNADAS NACIONALES
 

                                      SEGLARES CATÓLICOS ESPAÑOLES

                                                                  para la

                                  RECONQUISTA de la UNIDAD CATÓLICA

     

                                     

 

  

                                                            Toledo, 26 de noviembre de 1989

                                                                       Festividad de Cristo Rey

 

                                                                                                                                           

                                Abjuración de Recaredo en el III Concilio de Toledo. Al fondo el escudo de la ciudad imperial

 

                 

 

              Tema central:     XIV CENTENARIO del III CONCILIO

 

 

 

Seglares Católicos Españoles

 

 

 

                En la presencia de Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado, Rey de los Reyes y Señor de los pueblos, de las naciones y de toda la sociedad; reunidos en la ciudad de Toledo para conmemorar el decimocuarto centenario del III Concilio Toledano, en el que nació España como nación católica, y acogidos a la Maternidad espiritual de Santa María Virgen del Sagrario; como católicos españoles nos dirigimos a los señores Cardenales, Arzobispos y Obispos españoles, a todos los hombres públicos, a todos los sacerdotes y seglares españoles que se sienten hijos de la Iglesia y quieren realizar en sí lo que el Sumo Pontífice ha pedido repetidamente para España: "sé fiel a ti misma".

 

 

EL DON de la UNIDAD CATÓLICA.

 

                Queremos dejar constancia ante nuestros contemporáneos y ante las generaciones venideras que agradecemos a Dios Nuestro Señor el don de la Unidad Católica, que es consustancial con el ser de España, y que este ideal de la Unidad Católica es el mayor bien que puede desearse para nuestra nación.

 

                En esta solemne ocasión no podemos silenciar nuestro dolor y nuestro rechazo a cierta afirmación de la Instrucción de la Comisión Permanente del Episcopado, con motivo de las efemérides que conmemoramos, así como las expresiones de algunos Prelados en las que se da a entender que la Unidad Católica y el Estado Católico no son ya un ideal para nuestro tiempo y que nadie los defiende hoy.

 

                Por este motivo afirmamos, sin ninguna actitud utópica, que en virtud de nuestra identidad de españoles, en conformidad con la doctrina permanente del Magisterio de la Iglesia, hasta Juan Pablo II, en conformidad con el derecho público de la Iglesia y con toda la Teología de la Realeza de Nuestro Señor Jesucristo sobre la sociedad humana, debe enseñarse y defenderse por los católicos españoles la necesidad de recuperar la Unidad Católica perdida y la configuración de un Estado Católico.

 

                La necesidad viene dada porque, de no ser así, España en el transcurso de pocas generaciones dejará de ser católica y consiguientemente dejará de ser España. Porque las Españas, es decir, todos los pueblos hispanos, son un legado de Fe y Tradición católica que es lo que nos constituye como nación, llamada por Dios para evangelizar, para defender la Santa Iglesia y para ayudar a que todos los pueblos se reúnan, no en mercados comunes de intereses capitalistas, sino en un solo Rebaño, bajo un solo Pastor, en una Cristiandad.

 

 

SÚPLICA a los OBISPOS.

 

                Para conseguirlo pedimos filialmente a nuestros Prelados que ejerciten por entero su sagrada autoridad sin mediatizaciones de ninguna clase, para que resplandezca en toda su pureza la doctrina cristiana. Que sea más manifiesta su independencia del actual Régimen político, que se declara laico, ya que aparecen ante los ojos de nuestra masa católica como enfeudados a él, hasta el extremo de semejar algunos Prelados, en sus diócesis como defensores del presente sistema político-social, pese a su raíz anticristiana; también otros Prelados, en las regiones donde se desarrollan movimientos políticos separatistas, producen la impresión de ser "obispos para el separatismo nacionalista", en lugar de Pastores de la Santa Iglesia, que cuidan de todo el pueblo por encima de las banderías humanas. Con todo esto se acelera aún más el proceso de descristianización, ya que la potestad espiritual aparece subordinada a las corrientes políticas del momento, que en último término están al servicio de los enemigos de la Religión como consecuencia de sus falsos principios y como abundantemente nos los enseña la Historia.

 

                Pedimos pues a nuestros Prelados, con todo el afecto de nuestro corazón, que se conmuevan ante la necesidad espiritual de nuestros pueblos y ciudades hambrientos de Dios.

 

                Seglares como somos, que vivimos en el mundo del trabajo, de la Universidad, de los negocios, de las profesiones, y que nunca queremos perder de vista que nuestro primer problema es la salvación de nuestra alma y también del alma de nuestros hermanos, experimentamos a diario en nuestra vida seglar la arrolladora paganización de la vida. Por eso les pedimos que levanten la voz en defensa de la moral pública, hoy en gravísima crisis, que urjan medidas de saneamiento a quienes incumbe velar por una moralidad, atropellada hoy por fines inconfesables y que parece olvidada por quienes tienen la misión divina de predicarla.

 

                Les pedimos que se prediquen Misiones, Ejercicios, Cursillos, que se potencie la enseñanza católica en centros privados y públicos, en la radio, en la TV, con una predicación catequética y misionera, para, por todos los medios posibles, reevangelizar a nuestro pueblo.

 

 

A TODOS NUESTROS COMPATRIOTAS.

 

                A todos nuestros compatriotas les recordamos lo que los romanos Pontífices han dicho de los católicos que están entregados a las consignas de los enemigos de la Iglesia. Y por lo tanto no podemos tolerar que continúe impune y creciente la infiltración masónica, liberal y marxista en la Iglesia de España, que condiciona de tal modo el ministerio de los sacerdotes, que el pueblo cristiano experimenta la sensación de hallarse huérfano y sin la guía tutelar a la que tiene derecho por la misma constitución de la Iglesia.

 

                Produce un daño espiritual incalculable y un antitestimonio el no señalar claramente quién es y quién no es católico, en la exposición de la doctrina, entre sacerdotes, profesores de teología, directores de movimientos o asociaciones religiosas.

 

                Con demasiada frecuencia se da una rebelión sistemática contra los documentos pontificios y la doctrina cristiana en ciertos grupos religiosos. Por las protestas y la ridiculización de la "Humanae vitae" y de los documentos posteriores de moral matrimonial, que ha contribuido como la más decisiva causa, a la descomposición de la familia en España, con los mínimos de natalidad que hoy sufrimos, consecuencia del ambiente de corrupción.

 

                En esta hora difícil, de traiciones a la Fe y de apostasía nos dirigimos finalmente a todos los católicos de nuestra Patria, con la memoria puesta en nuestros mártires y santos, desde la predicación apostólica en nuestra tierra, hasta los de la última persecución religiosa y en las almas santas, que se inmolan en el secreto de su corazón, por una España Católica, para que nos unamos todos en la empresa espiritual de reconquistar España para Jesucristo. Que en ese sentido se promuevan oraciones, sacrificios, súplicas personales y colectivas al Señor, que se multipliquen los esfuerzos para formar sólidamente en la doctrina católica a hombres y mujeres con la ilusión de una España católica, y que así surjan católicos intrépidos al estilo de los grandes hombres y mujeres de nuestra Historia, como San Fernando, Pelayo, Jaime el Conquistador, Isabel la Católica.

 

                Que todos unidos supliquemos al Señor, que por su infinita misericordia perdone los pecados de España y por el heroísmo de sus mártires, cruzados, misioneros y santos, nos bendiga de nuevo con el mayor don que puede tener el pueblo: santos y prudentes gobernantes y políticos que sirvan a la Iglesia en España y no se sirvan de Ella para sus propios intereses.

 

                Que nos bendiga con políticos santos que despierten el alma de la España católica, adormecida por los democratismos capitalistas, liberales, marxistas o pseudo-religiosos. Que se nos concedan prudentes políticos que anulen las actuales leyes de abominación que provocan el infanticidio; que castiguen ejemplarmente los crímenes terroristas, la corrupción, la traición y el perjurio; que acometan la reconstrucción del ser natural de las Españas, sin extranjerismos, con la plenitud autárquica de sus reinos, principados, señoríos, comarcas, lejos de todo centralismo afrancesado y de todo separatismo disgregador, que defiendan la Ley de Dios como ley suprema de España, en la confesionalidad del Estado.

 

 

 

A MARÍA INMACULADA.

               

                A María Inmaculada pedimos humildad y fortaleza, y con Ella, y por Ella nos ofrecemos al compromiso hasta la muerte, de defender los derechos de Dios y adherirnos solamente a quienes hagan de la Santa Causa de Dios en España, su propia causa. Defenderemos así nuestra propia vida cristiana y la de nuestros hijos, que vemos hoy amenazada por lobos voraces y por los perros mudos de que nos habla la Sagrada Escritura.

 

                ¡Oh, Madre Inmaculada, que viniste en carne mortal a Zaragoza, descendiste como nuestra Señora de la Merced a Barcelona y te has hecho presente en todos los momentos de la vida del pueblo español que es tuyo! Alcánzanos para esta España a ti consagrada, que se mantenga fiel a la Fe que la engendró y a la fidelidad al Papa, Vicario de Cristo en la tierra, en el bien de la Unidad Católica, para que sus hijos puedan vivir sin las casi invencibles dificultades de hoy, en la gracia santificante, y trabajen sin desfallecer en la realización del Reinado social de divino Hijo en todo el mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan, a Quien sea dado el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Así sea.

 

 

 

                                                

                           Foto publicada en página 11 del nº 183 de Siempre P'alante de 3 febrero 1990

 

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